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COMUNICACIÓN SEXUADA o ¿por qué hombres y mujeres nos comunicamos de manera diferente?

La comunicación es la forma en las que los seres humanos intercambiamos información y conocimientos a través del lenguaje verbal (por ejemplo, las palabras) y no verbal (los gestos o la postura corporal, entre otros). Por tanto, la comunicación nos permite emitir quejas y halagos, expresar sentimientos y opiniones, generar debates, expresar deseos y necesidades, solucionar problemas, y un largo etcétera.


La comunicación es un aspecto fundamental en las relaciones humanas, de ahí que nos hayan bombardeado con información sobre este aspecto y los ya más que conocidos estilos de comunicación pasivo, agresivo y, el más que reconocido, asertivo. Sin embargo, otro aspecto de la comunicación que no ha sido nombrado en muchas ocasiones es la comunicación sexuada, que hace referencia a las distintas formas que tenemos de comunicarnos hombres y mujeres, lo que ha llevado en numerosas ocasiones a la errónea conclusión de que es imposible o muy difícil entendernos entre los sexos.

Fuente: Freepik.com


Dentro de la comunicación sexuada encontramos dos tipos de estilos, la comunicación masculina y la comunicación femenina. Que el nombre de esta no te lleve a error, puesto que masculino no es sinónimo de hombre ni femenino de mujer. En conclusión, hombres y mujeres tenemos estilos de comunicación sexuada masculina y femenina.

Pero ¿en qué se diferencian?


La comunicación masculina se caracteriza por ser más directa, finalista y menos detallada. El objetivo con el que se comunican las personas con este estilo tiene un fin y, es encontrar la solución a un problema. Por su parte, la comunicación femenina, se define por ser indirecta, detallada y relacional, es decir, el objetivo de la comunicación suele ser una forma de desahogo, de compartir sus emociones.


A continuación, os comparto un video que ejemplifica ambos estilos de comunicación sexuada:


Como vemos, la comunicación de las mujeres del video se caracteriza por un estilo femenino, ya que comprobamos como se detienen en los detalles y en los sentimientos que ha provocado el beso. En cambio, los hombres, se han comunicado de forma más escueta y han ido directos a lo ocurrido.


Si la comunicación en muchas ocasiones se complica debido a que, por ejemplo, el emisor no se comunica de forma muy clara, el receptor no interpreta el mensaje de forma adecuada o hay incoherencias entre el lenguaje verbal y no verbal. Puedes imaginar que las diferencias en la comunicación se complican aún más cuando emisor y receptor no comparten el mismo estilo de comunicación sexuada. Estas diferencias suelen ser motivo de conflicto en las parejas.


Pongamos un ejemplo de esta situación:


Imagina que una persona con un estilo de comunicación femenina llega a casa después del trabajo y le expresa a su pareja que ha tenido un día horrible porque ha tenido una discusión con un compañero del trabajo y, como viene siendo habitual, su jefe cada vez le carga con más trabajo. Le expresa a su pareja su descontento con el puesto de trabajo y, se queja de los compañeros y su jefe: “He tenido un día horrible en el trabajo, he discutido con un compañero sobre un proyecto. La semana pasada estuvimos aclarando ideas sobre la campaña y repartiéndonos el trabajo, pero se le olvidó leer el email del cliente sobre la idea final y resulta que no le gusta la última propuesta que le enviamos, sino que quiere que le ofrezcamos más alternativas. Si hubiera estado pendiente no tendríamos que repetir todo y ahora se me ha acumulado más trabajo. No es la primera vez que pasa, la otra vez también se le olvidó otra cosa. Encima, mi jefe me ha asignado un nuevo proyecto, no tengo tiempo para más…Siento mucho agotamiento físico, no aguanto más, ¡estoy hasta las narices!”.


La pareja, por su parte, con un estilo masculino, le aporta soluciones ante la situación que le ha planteado: “Llevas varios días quejándote de tu trabajo, ¿has pensado en buscar otro trabajo? Podrías cambiar de área y también de compañeros”.


A lo que le responde: “Pero ¿Qué dices?, si me encanta mi trabajo, es mi pasión, solo que hoy tenía un mal día y quería desahogarme contigo por todo lo ocurrido durante el día”.


En esta situación, podemos comprobar como la persona con un estilo femenino expresa una queja, lo que ha pasado y cómo se ha sentido en el trabajo. Mientras que la pareja con un estilo masculino entiende que su pareja lo que quiere es comunicarse para encontrar una solución a lo ocurrido en el trabajo y acabar con la preocupación del otro dando soluciones.


Sin embargo, teniendo en cuenta la respuesta de la primera persona, su objetivo no es buscar una solución sino poder desahogarse con su pareja.


En este punto nos podemos cuestionar si un estilo de comunicación sexuada es mejor o peor que el otro, si ambos podrían haberse expresado de forma más clara y asertiva, si tiene razón uno u otro. Puede que estés en lo cierto, el punto aquí es que ambos estilos de comunicación tienen sus ventajas e inconvenientes en función de la situación y la persona con la que nos estemos comunicando.


Te propongo que pienses en cómo podrían haberse expresado cada uno de los miembros de la pareja para solventar ese desajuste en la comunicación.


Por ejemplo, la persona con un estilo femenino podría haber añadido: “(…) Siento mucho agotamiento físico, no aguanto más, ¡estoy hasta las narices! Me encantaría que me dieses un abrazo y me escuchases, necesito desahogarme”.


También, la persona con un estilo masculino podría haber preguntado qué necesita su pareja: “Cariño, parece que estás cansado. ¿Te gustaría que lo hablásemos? ¿Qué necesitas de mi parte? ¿Cómo puedo ayudarte?”

En esta segunda situación, por un lado, se expresan más claramente lo que requiere o necesita del otro y, el otro no asume lo que quiere su pareja, sino que pregunta cómo puede ayudarle.


Este es solo un ejemplo, seguro que ha aparecido la bombilla en tu cabeza con otras situaciones que te han ocurrido. Podríamos pensar que es complicado hacer este ajuste, sin embargo, no podemos olvidar que los seres humanos tenemos la capacidad de aprender, adaptarnos y entendernos. Conociendo estas diferencias y las necesidades de la otra persona (para saberlo, podemos preguntar al otro qué necesita de nosotros en esa situación), podemos adaptar la comunicación en función de las necesidades de la situación y de la persona con la que nos estamos relacionando. En resumen, se trataría de ser bilingües en ambos estilos de comunicación sexuada.


Jennifer L. Castillejo - Psicóloga de A&A.

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